Presentación

“De acuerdo con mi filosofía, uno no debe expresar opiniones, intenciones,
objetivos o motivos sin establecer sus razones personales,
es decir, sin identificar sus bases en la realidad”

Ayn Rand
El manifiesto romántico

“El mundo se sostiene por la veracidad de los hombres buenos,
que hacen saludable la tierra. […]
Seguir a los grandes es el sueño de la juventud y la ocupación más seria del adulto.

Ralph Waldo Emerson
Hombres representativos

[dropcap letter=”L”]a Conquista de Aristeia es una revista que tiene como misión despertar el entusiasmo del lector para avivar su deseo de superación y ampliar la conciencia de sus posibilidades. Para lograrlo presentaré los trabajos (cine, literatura, ensayo, música, pintura, filosofía…) de quienes yo llamo Los Aristos, creadores cuyas obras han contribuido a engrandecer la idea del hombre y gracias a los cuales sabemos que es posible alcanzar la excelencia. Al entrar en contacto con sus admirables creaciones literarias y cinematográficas, con sus brillantes reflexiones filosóficas, con sus visiones, tan imaginativas como útiles y bellas, el lector no tendrá más remedio que sentirse impulsado, jubilosamente impulsado, a utilizar lo que más le interese para conquistar lo mejor de sí mismo.

La Conquista de Aristeia no es una revista estática, es un entrenamiento. Las palabras que componen el título, que explico a continuación, definen su objetivo:

 Aristos es un término que se utilizaba en la Antigua Grecia para referirse a los mejores, a los más fuertes, a los que tenían más coraje, más destreza, a los que se destacaban por su honestidad y por estar mejor entrenados tanto física como intelectualmente.

Aristeia es una palabra griega que viene de areté, que significa excelencia. En la literatura épica griega la aristeia es el momento en que el héroe da lo mejor de sí en la batalla. En términos modernos sería dar lo mejor de nosotros en todo momento. Sería hacer de esta vida nuestro momento de aristeia.

La palabra Conquista significa: “Logro de alguna cosa mediante gran esfuerzo, habilidad y empeño”. Esta palabra establece las reglas y el modo más honorable de alcanzar nuestras metas. Porque lo importante no es conseguirlas a toda costa, sino haciendo uso de nuestras capacidades y nuestro grado de implicación. Cuando conquistamos algo nos hacemos dignos de nuestro éxito y nos ganamos nuestro destino. La mayor conquista es convertirnos en quienes queremos ser para crear la vida que deseamos liderar.

Hubo un tiempo en que la aristocracia era el gobierno de los mejores, de aquellos que habían conquistado la excelencia: Aristos + kratos, (poder o gobierno). Ese gobierno de los mejores ha dejado de existir. Hoy, la misión de cada hombre es gobernarse a sí mismo, tener control sobre su vida.

Areté, la raíz común de estas palabras, es la que define la idea de la revista: Sólo después de conquistar la areté o excelencia, podremos gobernar nuestra vida y convertirnos en aristócratas, es decir, escogernos como gobernantes de nuestra propia existencia: Soy aristócrata porque gobierno mi vida y lo hago desde la excelencia, dejando de lado todo aquello que no me haga más grande, más sabio, mas fuerte, más bello, más honesto, más hombre.

La clave reside en escoger, porque escoger es a la vez un derecho y un deber. No da lo mismo una cosa que otra. Existe lo bueno y lo malo, lo bello y lo feo, lo justo y lo injusto, lo elegante y lo vulgar. Esos valores no son relativos. Son eternos y están por encima de épocas y gustos. Si lo que nos rodea está contaminado de pobreza espiritual, ordinariez, infantilismo y desencanto, ésas serán las “herramientas” que manejaremos para crearnos. Es un hecho que nuestro destino se va formando con cada uno de nuestros pensamientos y decisiones. Lo que escojamos creer es lo que definirá nuestra vida. Por eso, si desde éste momento decidimos escoger sólo lo mejor, nuestra vida cambiará radicalmente.

Pero para poder escoger lo mejor, lo excelente, hay que saber primero qué es. Por eso me propongo “invitar” a los Aristos a compartir con nosotros sus valores, ideas, obras artísticas y enseñanzas, así como sus formas de hacer, pensar, ser y crear. A este contenido se sumarán artículos de opinión, conversaciones y propuestas, que aparecerán en las secciones El Faro y El Edén.

Un faro es “Aquello que da luz en un asunto, lo que sirve de guía a la inteligencia o a la conducta”. Y la palabra Edén se refiere a “un lugar ameno y muy agradable”.

Porque estar en contacto con los mejores, ver cómo actúan, conocer de qué se nutren y qué hacen con lo que tienen es un entrenamiento perfecto para conquistar nuestras propias metas. Es también una forma de despertar el entusiasmo, de abrirnos posibilidades, de darle profundidad a nuestra vida y, sobre todo, de enriquecerla.

La Conquista de Aristeia no es una revista estática, es un entrenamiento.

Soy consciente de que en un tiempo en el que “todo vale”, atreverse a señalar que algo es mejor es una osadía. Y es precisamente eso, que nos resulte pedante o ingenuo que alguien pueda manifestar que algo es mejor, lo que denota síntomas de enfermedad en una cultura. Quien cree que todo vale, es porque desea que todo valga, porque no quiere esforzarse en reconocer que hay diferencias. O quizá porque confunde la tolerancia con la transigencia. Transigir es “consentir en parte con lo que no se cree justo, razonable o verdadero”. Decir que todo vale es contribuir a un equivocado espíritu de camaradería que en vez de exigir del otro lo mejor, se conforma con aceptar “lo que hay”, y que se funda en una aberración disfrazada de los más altos sentimientos: Si yo soy benévolo con tus valores morales, tú lo serás con los míos. Es decir: si yo te consiento que no des lo mejor de ti en cada momento, tú me lo consentirás a mí cuando yo lo necesite porque… somos humanos. Y a esta radical desvalorización de la idea de hombre, la mayoría de las veces se la califica de amor, tolerancia y comprensión.

Espero que este grano de arena, en un universo donde las olas de la vulgaridad, lo fácil y lo mediocre arrasan vidas enteras sin pestañear, sirva para que los que queremos más, soñamos con más y aspiramos a más podamos compartir nuestros descubrimientos.

Ni que decir tiene que todo lo que aquí se exprese es mi opinión y la de mis invitados. En una época donde la mayoría insiste en opinar sin arriesgarse a decir nada concluyente, este espacio aspira a estar lleno de algo que el relativismo pretende condenar: las certezas. Está demostrado que en la historia de la humanidad no han sido las dudas, la cobardía, ni la mediocridad las que han hecho avanzar el mundo. Desde Jesucristo a Steve Jobs han sido las certezas, la valentía y el deseo de superación lo que nos ha sacado de las cavernas y nos ha colocado donde estamos.

También es un hecho probado que ni siquiera un dios fue capaz de hacer llegar su mensaje a sus contemporáneos. Lo clavaron a una cruz y lo dejaron morir. Por eso sabemos que todo lo que aquí se exponga será apreciado sólo por unos pocos.

Más que suficiente. Lo que aquí importa es la calidad, no la cantidad. Si alguien descubre en estas páginas una idea, un pensamiento, una imagen, una creación o un creador que le impulse a ser mejor en cualquier faceta de su vida, habré logrado mi propósito.

Estáis invitados a participar, opinar y colaborar.

La primera invitada a nuestra revista, nuestro primer Aristo, será Ayn Rand, escritora y filósofa, y una de las mentes más brillantes, épicas y apasionadas del siglo XX. Aristócrata auto elegida, (como buena aristócrata jamás permitiría que otro la eligiera), ser independiente y rebelde, con una personalidad arrolladora, y romántica empedernida (veremos qué significa para ella el romanticismo). Ella inaugura La Conquista de Aristeía, porque su obra y su persona son motivo de inspiración constante para mí y para millones de personas. Ayn Rand, como yo, es una ferviente admiradora del heroísmo. Nuestras filosofías difieren en puntos esenciales, pero coinciden en la búsqueda de la excelencia, en la fe en el hombre y en la idea de que nuestro estado natural es la felicidad y la grandeza.

Aquí comenzamos.

Samantha Devin

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